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Oratorio

by Oratorio

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1.
I 12:55
Mi intervención, es la voz de la asamblea general de comuneros de la comunidad indígena de Mezcala. Esta autoridad está constituida en su mayoría por los mayores de este pueblo, así que es la voz de personas que llevan su vida entera, entre setenta, ochenta años, en la defensa de su comunidad. Cada año, nuestro pueblo recuerda algunas de las historias que forjaron la identidad de Mezcala. Sin duda, la historia que fortalece el espíritu y honor a nuestro pueblo, es una de las más dignas y rebeldes batallas indígenas que se realizó en el corazón de nuestro territorio, la isla de Mezcala. Antes de la conquista española, Mezcala formaba parte del extenso territorio del pueblo coca. En muchas investigaciones como de Carolyn Baus de Czitrom, Antonio Tello, y relaciones geográficas compiladas por René Acuña, muestran cómo la extensión territorial abarcaba desde los límites de Tonalá, hasta los poblados de La Barca. Mezcala pertenecía al señorío de Coinán y sus cerros, rocas como la vieja y por supuesto la isla, eran centros ceremoniales para esta gran cultura. La conquista fue feroz, en 1533 llegan las expediciones españolas y comienzan a desaparecer en todos los sentidos a este pueblo. En el caso concreto de Mezcala, se tiene un registro del último hablante de la lengua coca en 1770, quiere decir que ya en el siglo XIX, la gran mayoría de la comunidad de Mezcala, había perdido su lengua materna por el proceso de colonización. Sin embargo, resguardó su territorio y gobierno interno. Probablemente para entender cómo fue exterminada esta cultura, es observando un mapa actual, y dimensionar la extensión territorial y entender porqué sólo Mezcala y San Pedro Itxicán resguardan tradiciones, territorio, fiestas, danzas, palabras, de esta cultura olvidada y violentada por la conquista española. Todo el periodo colonial, los trescientos años del gobierno virreinal, está marcado por quejas, desobediencias, inconformidades del pueblo indígena de Mezcala ante el gobierno español. Y es en este tiempo cuando Mezcala obtiene el primer escrito de sus tierras. Este documento es el título primordial de Mezcala. Ahí está la historia y la demarcación territorial de nuestro pueblo. Este papel, fue entregado en 1940 para comenzar la certificación de las tierras, que fueron reconocidas treinta años más tarde en 1971, por parte del Estado mexicano. Pero antes de llegar a nuestra situación actual, debemos mencionar la batalla que dio identidad a nuestro pueblo, y lo que el día de hoy nos ha motivado a estar aquí. Hace 200 años, en 1816 José Santana y el padre Marcos Castellanos, firmaban un armisticio con el ejército español. Los realistas, no la pasaron muy bien en este sitio. Lucharon por cuatro largos años contra un ejército que en sus inicios estaba totalmente desarmado. Poco a poco estos hombres fueron consiguiendo cañones de las batallas en las que vencían a los españoles. Así, que al paso de los años, los indígenas desarmaron a los realistas en muchos sentidos. Primero con las armas, pero también en la articulación de las rabias de otros pueblos, por lo que la región ayudaba a la resistencia, por eso los españoles mandaron quemar todos los sembradíos de la ribera del lago, ya que sabían que sus fuerzas estaban también fuera del islote. Por su parte, los indígenas acantilados, no sólo esperaban las batallas, sino que comenzaron a construir una cerca subacuática alrededor de la isla de más de tres metros de grosor para impedir el arribo de las embarcaciones españolas. Los realistas, se vieron obligados a asentarse en el poblado de Tlachichilco y de ahí vigilar a esos hábiles indígenas. Ahí también, armaron las piezas que traían del puerto de San Blas, convirtiéndolas en embarcaciones navales para trasladarse en lo que se conocía en ese periodo como mar chapalico. En esos cuatro años, libraron alrededor de 28 batallas, la gran mayoría de ellas, fueron triunfos de los insurgentes. En los documentos oficiales de la corona española, informan que el último foco de insurgencia en la Nueva España, fue la isla de Mezcala. Por esta razón, se ven obligados a negociar con los insurrectos. Fue así que el 25 de noviembre de 1816, los españoles devolvían reedificadas las chozas que habían sido quemadas, les entregarían ganado y semillas, los librarían del tributo y reconocerían a José Santana como el gobernador de la isla de Mezcala. Los insurgentes, con un ejército golpeado por una par de epidemias que habían azotado la isla, aceptaron el acuerdo. Para nuestra comunidad no sólo es un triunfo de los indígenas insurgentes, sino que es la identidad y el honor de ser los sucesores de estos hombres que lucharon por libertad para sus pueblos. Esta historia, fue reconocida, y porqué no decirlo, utilizada por el Estado mexicano en el siglo XIX. Estas historias las tomaron como los cimientos para mostrar quienes eran los mexicanos, cómo se luchó para consolidar el nacimiento del Estado mexicano. Esta es la razón por la que el gobernador Prisciliano Sánchez, manda llamar a José Santana y Marcos Castellanos, para que den su testimonio de esta batalla, y sea narrada la historia que venció al gobierno español y dio nacimiento al nuevo gobierno representado por el estado mexicano. También es la razón por la que el nombre de nuestros insurgentes está bañada en oro en el recinto del congreso del estado de Jalisco, en el lugar donde trabajan y sesionan en la actualidad. Prácticamente el siglo XIX y parte del siglo XX, la historia de Mezcala, brindó identidad a la nueva nación mexicana. No obstante, el día de hoy, la comunidad de Mezcala está envuelta en una serie de problemas que atentan contra su historia, su territorio y su cultura. La actual ley estatal indígena de Jalisco, no reconoce al pueblo coca de Mezcala. A pesar de que toda su documentación, su historia y sobretodo su autoinscripción lo acredita, nuestro pueblo está fuera de este padrón. ¿Por qué un pueblo milenario como Mezcala, debe demostrar al Estado que es un pueblo originario, que ha habitado por lo menos quinientos años en estas tierras? Creemos que no hay mejor manera de reconocer a nuestro pueblo que reconociéndolo por lo que es, un pueblo originario. Otro de los problemas es, que cada vez hay más presión por la privatización de nuestras tierras. Empresarios, gobierno, particulares, quieren convertir estas tierras en sus casas de descanso. Desde el año de 1999, tenemos una invasión por parte del empresario tapatío Guillermo Moreno Ibarra, que invade más de 10 hectáreas de bosque. Hemos denunciado a lo largo de quince años, que tiene un grupo paramilitar resguardándoles la zona invadida. Por su presencia varios ricos de Guadalajara, han comenzado a construir sus casitas de descanso. Todos ellos saben que no existe la propiedad privada en tierras comunales. Pero ellos creen que nuestro pueblo se rendirá. Les informamos que el juicio de restitución de tierras, ya está en su última etapa, y seguiremos con los siguientes, con los ricos listos, que construyen castillos en el aire. Nuestro pueblo si pierde su territorio, perdió todo. La lengua la perdió en el periodo colonial, la vestimenta en el siglo XX, y ahora atentan con lo último que nos queda, nuestras tierras, nuestra historia, nuestra cultura.
2.
II 09:03
Muy allá, los migrantes venían del 'Norte'. ¿De Nuevo México, de Chicomostoc, de Aztlán, de Mexcaltitán? Gente de paso corto, llegaron lejos, se cree hasta Nicaragua (palabra Náhuatl que quiere decir: Hasta aquí llega el Anáhuac, sic). Algunos a su paso por estos pueblos dejaron como arena dispersa sus vestigios en la orilla de Juanacatlán, y en el Río Grande de Tololotlán, que por desgracia su existencia se encuentra casi muerta. Peregrinaron por esos caminos antiguos de a pie, caminos que estuvieron llenos de comunidades: de insectos, de árboles, de piedras, de aves. Estos caminos que fueron moldeados por la geografía entre los cerros y el río no los conocemos, nos son ajenos. Si pudiéramos andarlos nosotros nos sentiríamos inseguros. Igualmente, si pudieran caminar ellos, los antiguos que ya habitan el silencio, que ya se fueron al "chicalotal", por estas carreteras en construcción de asfalto y cemento, sentadas sobre los viejos caminos idos...se aterrorizarían. Pues bien, actualmente en estas tierras y en lo que tienen encima, en estos pueblos benditos, está construyendo la empresa Ideal del grupo CARSO carreteras de gran calado, con sus respectivos macro túneles, sus muros de contención, y grandes puentes. Carreteras históricamente inauditas, sentadas sobre clavos que se convierten en ataúdes de los árboles como los encinos, robles, palos colorados y cazahuates. De hierbas medicinales, como el cedrón, la cirguelilla, la grama china, la cancerina, el árnica y el gordolobo; destruyen los corredores biológicos, ponen en cautiverio a la fauna humana y a la fauna silvestre. Las nuevas carreteras proporcionan un transporte segregado para los habitantes de los pueblos, desalojan a los seres vivos de su geografía histórica, eliminan completamente del paisaje las huellas ancestrales. Al establecer conexiones entre puntos distantes amputan los antiguos vínculos locales, la conexión entre la memoria histórica, el bosque y el territorio. Promueven y garantizan una cómoda continuidad territorial, la continuidad geográfica de las ciudades. Trasplantan los problemas urbanos a las periferias con poca o nula consideración al territorio. Las nuevas carreteras se presentan como planes de desarrollo. Muchos se sienten orgullosos de que cruce por la zona, acostumbrados a las soluciones de transportación que devoran la naturaleza, los constructores, algunas personas y el gobierno, ven chiquito todo lo que no sea cemento y asfalto, como a los pobladores, los bosques y las fieras salvajes. Este colonialismo fragmenta, con poca consideración a la geografía, a los corredores biológicos, a esas fronteras invisibles de los últimos, como son los árboles, los animales y lo que de ellos depende. El bosque entero ya casi a punto de ser leña, será presa de las inmobiliarias, de los fraccionadores, se construirán casas "sustentables", dentro de poco nos veremos nuestras caras en un espejo de agua...ajeno. Los 111 kilómetros de longitud de la obra, las inversiones multimillonarias, se presentan respetuosas del medio ambiente: “Un solo nido de aves con huevos o polluelos sería suficiente para acordonar el área hasta que sea abandonado de manera natural” (el tema, Milenio). “Dará fluidez al tránsito vehicular de la ciudad, principalmente al tráfico pesado, librando de la carga vehicular al Periférico y la Av. Lázaro Cárdenas, pasará por terrenos ya alterados por la actividad humana, sólo se afectará la selva baja caducifolia, escasas 50 hectáreas de área forestal, creando una barrera para proteger el bosque alto que queda a tiro de piedra de la vía, donde habitan los mamíferos, los venados, las zorras, pumas y coyotes” (Milenio). Con todas estas bondades se antoja transitar por estas vías "sustentables" pero a esta escalera al cielo no estamos invitados a subirnos: en los pueblos, el escaso 10% de la población tiene vehículos. Además todo esto permite a uno, huérfano de escuela, cuyos bienes inconmensurables disminuyen, obtener ingresos psíquicos y de este modo, las construcciones depredadoras que matan, las aceptamos con alegría. Este imperialismo "ecológico" genera enormes ganancias económicas, pero también destrozos ambientales que amenazan ser mayores que esas ganancias. La vida continuará como una prueba de nuestra capacidad de adaptación o, siendo menos caritativos, nuestra capacidad de adaptarnos a operar en la ignorancia.
3.
III 12:00
El Río Tololotlán “es el más caudaloso de los que riegan a Jalisco, pues recibe como afluentes la mayor parte de los ríos y arroyos que bañan el país” (Longino Bandas Leo). Este río como tal ya no existe, se fue al silencio, murió, hoy solo conocemos Tololotlán por su asentamiento humano ancestral que forma parte de Tonalá. Allá por 1530 venían los conquistadores hacia estas tierras, y escucharon a lo lejos, una caída de agua espectacular, era la cascada del Río Tololotlán... quedaron maravillados. Al ver ese espectáculo natural tan colosal y en honor a su santo Santiago, lo bautizaron como El Río Grande de Santiago. Esta caída fue conocida en tiempos modernos como El Salto de Juanacatlán. El cauce del Río después de la caída de agua, corría agitado, recio, hasta encajonarse, embarrancarse y así llegar a las tierras del pueblo milenario Tololotlán, donde se vuelve silencioso, un remanse, ahí se juntan las fronteras de El Salto, Juanacatlán y Tonalá. Pegado a "Tololo" pero en la parte de arriba en lo parejo, en el llano, estaba el Rancho “Los Laureles”. En Los Laureles, hasta hace poco vivían los Pérez, los García, los Torres, los Hernández, los Bedoy, y varios más que no recuerdo. Tenían escuela, donde dio clases por mas de 50 años la maestra mamá de los Lomelí. Había iglesia, la gente sembraba de temporal y de riego gracias al arroyo del mismo nombre, del que nosotros tomábamos agua y nos bañábamos. Ahí habitábamos entre el río y sus tributarios. Aprendimos a distinguir el canto de sus pájaros, el ruido del agua y sus silencios. Pero como dicen unos, en esta vida todo tiene su ley y su sinrazón: en un terreno ubicado en Los Laureles, lejos de la cabecera municipal de Tonalá, municipio al que pertenece, y más lejos aún de Guadalajara propietaria de dicho terreno de 80 hectáreas, a escasos cinco metros de El Salto sólo cruzando el arroyo, a tiro de piedra de Tololotlán, en 1986 la ciudad comenzó a depositar basura. Guadalajara de una manera "inteligente" compra estas tierras lejos, como para llevar las culpas, los desechos, donde nadie los vea, y de este modo descansar su conciencia, pareciendo que no pasa nada, pero para los pueblos son pegadores, los desechos están en los patios de nuestras casas. En 1991 el basurero recibía la cantidad de 500 toneladas de basura al día, en 1994 se le concesiona la recolección a la empresa CAABSA. Esta empresa, inició con una imagen verde, con bandas separadoras para los materiales reciclables, hacían composteo. En un principio funcionó, pero en poco tiempo se rebasó su capacidad, ya no hubo separación. En el 2000, el basurero entra a las ligas mayores al recibir 1100 toneladas de basura al día, y el basurero por muchos años funcionó a cielo abierto, por más de 15 años los lixiviados corrían como Juan por su casa, depredando el ecosistema. En un estudio de caracterización puntual de las descargas al Río Santiago en 2006, la Comisión Estatal del Agua (CEA), documentó que la empresa CAABSA, aporta al cauce del río, a través del arroyo Los Laureles y el de Los Juncos, 24 litros de lixiviados por segundo, depredación similar a la que producen 100,000 personas. Hoy el basurero recibe mas de 5500 toneladas de basura, proveniente de los municipios de Guadalajara, Tonalá, el Salto, Juanacatlán, Tlajomulco de Zúñiga y recolectores particulares. El gobierno y la empresa presumen sustentabilidad, cubren con capas de tierra la basura que pueden, pero es tanta que no se puede cubrir al día, los únicos ambientalistas activos ahí son los pepenadores, separan lo que pueden, son muchos desechos, además en condiciones peligrosas y precarias de trabajo, que ni al más grande esclavista de la colonia se le hubiese ocurrido. Por si fuera poco, el basurero tiene un pecado de origen, aproximadamente 20 hectáreas no tienen geomembrana, encaminándose los lixiviados al subsuelo, afectando los mantos freáticos. Actualmente el rancho Los Laureles se fue para el olvido, sepultado por millones de toneladas de basura. Lo que era El Bajío, hoy es un cerro en la orilla de la barranca, como una amenaza oculta, para sepultar allá abajo al milenario Tololotlán. Los pueblos de El Salto, Juanacatlán, Puente Grande y Tololotlán sufren, al tener en su patio los desechos de sus "vecinos poderosos", que crecen destrozando los territorios de los vecinos pobres, generando gases de basurero, agresión visual por el actual paisaje degradado, el despojo del agua por contaminación de lixiviados y basura, y lo más contundente, la enfermedad y muerte de las comunidades cercanas. La depredación es grave. Por ejemplo el agua comestible en El Salto ya no existe. Curiosamente, esto genera para unos pocos ganancias, los pobladores como contraparte nunca han visto el brillo del dinero de este territorio destrozado. El Río Grande de Santiago sigue su curso hacia el mar del Océano Pacífico, pasa por las tierras de Guadalajara y Zapopan. En territorio zapopano, sobre el suelo de la comunidad de Milpillas están los basureros de Picachos y Hassar's, que reciben 2600 toneladas al día de basura, están ubicados en la parte alta de la cuenca del Arroyo Grande de Milpillas. Los lixiviados corren por su cauce, antiguo arroyo de aguas zarcas, que en su paso por El cañón del Jaguar, abastecía a las comunidades de San Lorenzo y Huaxtla. Los basureros mandaron al silencio el arroyo, mataron sus especies acuáticas endémicas, los animales se enfermaron y se murieron árboles frutales de hasta más de cien años, y ahora seguimos Nosotros dijo Teódulo, al tiempo que las enfermedades de piel y respiratorias, han aumentado. Ahora su agua dejó de usarse y San Lorenzo depende del agua que le da Huaxtla. Estos daños al ecosistema los resentirán más las futuras generaciones, el conflicto está servido. Las comunidades acudimos al Gobierno Municipal, Estatal, Federal, a SEMADET, CEA, CONAGUA, PROEPA, PROFEPA, SEMARNAT, además tomamos acciones propias, usando la bandera del pacifismo, de una manera honrosamente humana, empezamos a mentar madres justicieras, hicimos marchas, plantones, ruedas de prensa, tentativas de cierre del basurero, juntas públicas, tristemente para darnos cuenta que los gobiernos caminan de la mano al lado de los culpables. De todas nuestras acciones, hemos obtenido solo brillantes derrotas.
4.
IIII 09:59
Antiguamente, los cerros eran seres vivos que interactuaban con los hombres de siete oficios, leñadores, carboneros, trashumantes, campesinos, camoteros, que cuando era necesario campeaban en sus cuevas, en los recovecos de sus barrancas. A veces estas gentes duraban meses en sus trajines, entonces hacían unos cuartos de piedra chiquitos sin puerta como pa’ no guardar nada, ni siquiera culpas. Traslapaban sus andancias con las de los venados, pumas, jaguares, winduris, onzas, coyotes, armadillos, víboras, halcones, palomas, huilotas; unos animales eran espanto pa’ esa gente, otros, comida. También pastaban en esos parajes de Dios los animales domésticos, caballos, burros, vacas, cabras. Muy allá, los montes no los cuidaba una SEMADET, una SEMARNAT, una PROFEPA, una CONAFOR, un Gobierno Estatal, Federal o Municipal. Lo cuidaban los pueblos. Como primeros interesados en su conservación, se “amaestraban” en su experiencia de cómo hacerlo con rotación de potreros de pastoreo, rotación de lugares de siembra, guardarrayas, además, contaban con la ayuda de los herbívoros salvajes y domésticos que segaban a diente y pisadas la potencial masa combustible, no dejando que la vegetación creciera. Ahora se cuidan los bosques desde una oficina regida por personas que sólo por el Google Maps conocen el cerro del que se trata. “Los cerros empezaron a arder después del viernes santo” dijo Pedro, y así continuó por espacio de dos meses, con intervalos cortos sin fuego, de dos, tres días a lo más. Las consecuencias desastrosas: miles de árboles y animales desaparecidos, miles de hectáreas arrasadas sólo en Juanacatlán. La autoridad fue rebasada por el siniestro; todavía el ayuntamiento, ni nadie ha dado un informe de las medidas que se tomaron para apagar, o mejor dicho, para no apagar el fuego atroz. Hace tiempo se contaba con las gentes del lugar para atajar fuegos, y tal vez sólo los que viven en el campo, en los pueblos, puedan compartir su palabra. Es importante que se escuchen las voces “sin autor” de los pobladores de una tierra que le hacen todo lo posible por matarla. Tener brigadas es muy necesario, pero son mejores las brigadas como antes, de voluntarios, de gente del pueblo, que defiende la tierra que legítimamente le pertenece y a la que pertenece, algunos con sobrada experiencia en este tipo de sucesos y conocedores del terreno, algo absolutamente esencial. Hubo un incendio en el campo de tiro de Juanacatlán; haciendo labores de limpieza los socios-cazadores prendieron fuego a la maleza, con la presencia de un carro-bomba y personal del municipio precisamente para prevenir, se inició la quema a las 2.00 PM. Cosa que no debía permitirse por norma, además en ese horario y las condiciones del terreno después de 20 minutos es imposible apagarlo. Se arrasaron cientos de hectáreas. Esta larga historia de la sistematización continua del error debería apartarse del espejismo de la política de los de librito, y escuchar las líricas voces olvidadas de los ancianos del pueblo para poder ver la amplitud del problema. Antes se quemaban los cerros... ¿Por qué se quemaban menos hectáreas que ahora? Sin medios, sin motobombas, sin personal. ¿Por qué los cerros se han convertido en pólvora? La respuesta es sencilla: los bosques eran limpios, mucha gente comía del cerro, había una pequeña economía que mantenía más o menos equilibrado el ecosistema. Los bosques de encinos, palos colorados, robles, pochotes, y más, crecían grandes en muchos lados; se aprovechaba su madera y sus frutos, además, creaban esos paisajes naturales salvajes que la gente disfrutaba... se daba una relación más directa con el entorno. Esto desapareció y surgió un problema inaudito: la fragmentación del territorio por carreteras, la industrialización de la agricultura, deforestación para la siembra de especies invasivas, aguacate, maguey, agricultura de postre, blueberries, arándanos, zarzamoras, la simple deforestación, la galopante urbanización que rellena antiguos arroyos, parcela los montes, los territorios. Pa' remachársele a uno el clavo, los pueblos sufren prolongadamente un ataque político e ideológico. Las comunidades son escenarios de una lucha contra la autonomía local y la propiedad comunal por parte del estado centralizador. Las leyes son cada vez más contrarias a los derechos y faltan a la justicia distributiva. Promueve la privatización de las tierras, la propiedad individual, el interés particular, y el afán consumista y logrero. Simulando una cultura responsable y respetuosa con el medio quieren más áreas protegidas, espacios naturales que forman parte del aburguesamiento del bosque. ¿Las ANP cuidarán la naturaleza? Serán reserva para unos cuantos, convirtiendo sus servicios ambientales gratuitos en algo caro. Como es el caso de los pueblos de la Barranca del Río Santiago, Ixcatán, donde sus pobladores tienen prohibido agarrar agua o bordear los arroyos, para regar sus árboles centenarios y abrevar el ganado, despojando así a sus habitantes de sus medios de subsistencia. En la historia del paisaje natural se han borrado los perfiles humanos, campesinos, leñadores, pastores, vaqueros. Dentro de poco sólo quedarán los letreros de las áreas gestionadas. Es así como el espíritu de conservación protege la naturaleza deshabitada. Lugar donde podremos ir sólo como visitantes autorizados. Se acaba lo comunitario. Los bienes inconmensurables, esos que no tienen función dineraria, que soportan la vida de los pueblos, será algo exótico... casi como de museo. El fuego destruye la nueva naturaleza interpretada que son las áreas protegidas. Poco podrán hacer los que su trabajo previo fue la desruralización del campo, al que siguen considerando “tierra de nadie”. La conservación que se promueve desde las Secretarías, oculta la verdadera pesadilla de los estados que son los bienes comunes y la auto organización. Poco podrán hacer biólogos, técnicos y los mejores profesionales para recuperar el rostro perdido de una sociedad en paz con su entorno, si su método de conservación va separado de la vida social. Sólo nos queda contar con nosotros mismos, frente a esta encrucijada, y aprovechar cualquier oportunidad para poner freno a esta cultura del desierto.

about

Reapropiarnos del territorio es la única manera de hacer frente a la alienación que nos impone el capitalismo, en el territorio se desenvuelve la vida. Crear territorio es crear con el territorio, reconocer qué se come y cómo se come, dónde resguardarnos y dónde descansar, cómo cuidarnos y cómo sanarnos, dónde convivir, y no solo convivir entre personas, sino con, los ríos, los montes, los animales, el viento, entender cabalmente el espacio, recuperar la sabiduría ancestral.
El sistema de dominación capitalista, se basa en acorralar la vida amplificando la metrópoli, propicia el éxodo rural a partir del desarrollo de infraestructuras carreteras que provocan la inhabitabilidad del territorio, al tiempo que devasta los campos con incendios generados por la extensión de monocultivos, inunda la tierra con basura. El capitalismo industrializa la vida, diluye la dimensión humana de lo social, convierte la fiesta en trabajo, el ágora en fábrica, transforma los deseos en engranes, mercantiliza el tiempo, ritmos de máquina que extinguen el aliento del arroyo, de la brisa, hace del tiempo secuencias muertas, esteriliza la belleza.

ACCIÓN PARA RADIO, MOTOR, TEXTO, GUITARRA Y BATERÍA
Un radio receptor que no repite, sino que crea música a partir del territorio electromagnético, instrumento para reproducir el discurso de la dominación que se transforma a través de la sensibilidad humana del músico en generador de texturas polifónicas, murmullos campesinos, en poesía desde el territorio. El motor de un reproductor de casete, que fue construido para hacer girar continuamente una cinta con el fin de transmitir un código cultural impuesto por la industria, -proceso que hace de la música una mercancía más-, este motor transmutado en pulso rítmico intensifica su identidad sonora, dislocando el ritmo del capital, creando el tiempo habitable, evocando danzas de materia viva.

credits

released April 2, 2020

Oratorio:

Andrés Aguilar
J. Audirac
Armando Castro

Créditos:

Texto II, III y IIII: Enrique Enciso
Texto I: Rocio Moreno
Paisaje Sonoro: Sandra Gallo
Lectura: J. Audirac
Batería: Andrés Aguilar
Radio, Motor y Guitarra: Armando Castro
Serrucho: Homero González


Grabación: Homero González en Casa Olivo, San Francisco, Nay.

Producción:Homero González, Oratorio.

Producción Ejecutiva:Laboratorio Sensorial

Año:2019

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Oratorio Jal., Mexico

Oratorio es una forma arquitectónica, una forma musical o simplemente puede entenderse como un punto de oración, de esta manera una estación de radio es también un oratorio, un espacio de comunicación comunitario.
En Oratorio se inicia el discurso musical con la palabra, la memoria de un territorio común, de ríos, bosques y playas que se destruyen para beneficio de unos pocos.
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